Scan: Paula Vazquez (Nº 543)
3.384.741 seguidores en Twitter, 5.802.101 fans en Facebook, 499.515.962 vistas en YouTube. Justin Bieber se eleva como la estrella pop 2.0 del siglo XXI. Con peinado flogger, este canadiense de 16 años fue descubierto por su manager a través de, justamente, YouTube. Y ahora desembarca en la Argentina con su disco debut, My World.
”Es como la beatlemanía” dice Ryan Good, el peluquero de Justin, en las páginas de la revista People. Pero si la referencia beatle huele a exageración, en el caso del púber es cierto. Cuando visitó un colegio de Atlanta, las fans se treparon al auto para verlo de cerca, promocionando su disco en un shopping de Long Island llegaron 35 patrulleros con uniformados para controlar a las chicas, en Australia cancelaron un evento por la seguridad de las fans. Ya es moneda corriente que su representante se vea en problemas legales por estos episodios. “Me alegra la bienvenida que me dan y el amor que sienten por mí alrededor del mundo, pero quiero que todos recuerden que la seguridad de mis fans está primero”, twitteó luego de los problemas en Australia.
Todo empezó cuando Scooter Braun, su actual manager, se topó accidentalmente con un video de Justin en internet. Le vio pasta de estrella y lo rastreó hasta que se topó con Pattie Mallette, su mamá. “No puedo vivir sin mi mamá”, repite Justin en ejercicio edípico. Es que la señora lo tuvo a los 19, y con toda su juventud, es más amiga que mamá. Ahora lo cuida en el backstage, pero fue difícil convencerla de que lo dejara trabajar. “Es sobreprotectora”, dice Braun. Consultado por Showbiz Spy, Justin tiene planes para el primer millón de dólares que haga: “Es un montón de plata, me gustaría llegar a ganar todo eso y lo veo en algún momento de mi futuro. Probablemente le compraría una casa a mi mamá con ese primer millón. Eso estaría buenísimo”.
Es el artista joven masculino con el mejor debut desde Stevie Wonder, en 1963. Pero antes de picar primero en los charts de una decena de países, antes de los singles exitosísimos que lo convirtieron en un fenómeno (Baby y One Time), el gurrumín era un nene más con afición por la música. Empezó golpeando una batería a los 2 años, hasta que creció un poco y se acercó al piano y a la guitarra. Todavía no le crecía el bigote y ya estaba juntando plata tocando la guitarra en la puerta de los teatros. Aunque mamá Pattie lo protegiera, lo incentivó para que participara en un concurso de canto a los 12. Quedó segundo, pero no importó: su madre subió videos de sus presentaciones a YouTube y empezó todo.
”Tenemos los dedos cruzados”, dice desde la Billboard Steve Bartels, presidente de Island Def Jam Music Group. “Creo que acá estamos ante algo que tendrá una increíble longevidad”. La compañía confía en poder convertir a Justin en algo que trascienda lo anecdótico y lograr un paso exitoso del fenómeno popular a la superestrella aclamada por todos. Hay quienes ven el potencial del chico por ser tan popular a tan poca edad, y otros ven un problema incipiente: el pibe está a punto de cambiar la voz. Aún tiene los rasgos de un nene y la delicada voz de una nena, ¿pero qué va a pasar cuando tenga que grabar un próximo disco? Por el momento, su álbum debut (dividido en dos partes) lleva vendidas 5 millones de copias en todo el mundo y no hay que preocuparse por el futuro. Aunque algunos lo propongan como el nuevo Michael Jackson en tiempos en los que Lady Gaga es la nueva Madonna.
Digno exponente de una generación criada bajo la luz del monitor, Justin mantiene contacto frecuente con sus fans a través de Twitter. “El es diferente a los otros músicos: él tiene corazón”, explica una chica en las páginas de la revista People y es sabida la afición del chico por responder personalmente a cada una de las consultas que le hacen sus seguidoras.
El chico twittea con tanta frecuencia que en sus vacaciones, cuando se tomó un tiempo lejos de la red social, algunos temieron lo peor. Si no twittea: está muerto. “Tomémonos un tiempo para responder a algunos rumores locos. Siempre son divertidos, pero no estoy muerto. Tengo que chequear bien esto, pero resulta que estoy vivo”.
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