Justin Bieber: "No sé qué les gusta de mí..."
Hace cuatro años, subía sus
videos a YouTube. Hoy, es el número 1 más joven desde 1963. ¿De dónde salió?
Por: Tom Lamont, The Guardian/ Especial para el Sí!
Las chicas tienen rodeado el edificio. Están desplegadas en una formación perimetral tan perfecta que podría imaginarse a un SWAT veterano levantando el pulgar en señal de aprobación. En el lado norte de este estadio en Los Angeles, que en unas horas será la sede de los Nickelodeon Kids Choice Awards, un ejército de fans se reunió ante una salida de incendios acordonada que, se rumorea, va a ser la salida secreta de los VIP. Esperan a Justin Bieber ("¡Justin Baaaaaargh!", como suena en boca de un coro histérico), el adolescente de 16 años que ahora es uno de los músicos más famosos de EE.UU. En parte cantante de Rhythm & Blues, en parte rapero, en parte cantante melódico romántico, no puede hacer apariciones públicas sin que haya ambulancias presentes.
Todo empezó hace cuatro años, cuando Justin, que entonces era un preadolescente precoz que vivía en Canadá, subió a YouTube imágenes en las que cantaba versiones de temas de Usher y Chris Brown. Tenía algo, ese nebuloso factor X (una voz digna, algo atrevido) y su página empezó a conquistar a sus primeras fans. Lo fichó un productor y el resto es leyenda. Contrató a Justin y lo trasladó junto a su madre soltera, Pattie, a Atlanta para comenzar el proceso de convertirlo en una estrella: cursos de dicción, sesiones de estudio, el obligado padrinazgo de un artista mayor (Usher), hasta el empleo de un "creador de imagen" para contribuir a transformar la audacia en encanto y a refinar su aspecto con remeras atractivas, zapatillas de moda y joyas.
Para el momento en que Justin lanzó su primer tema a mediados del 2009, tenía un ejército de 40 millones de admiradoras de Internet. Eso hizo que los siete temas de su primer disco (My World), entraran en los charts estadounidenses y que para diciembre estuviera cantando para Obama en Washington. Así llegó My World 2.0, una versión extendida del álbum original, que alcanzó el número 1 de Billboard y lo convirtió en el cantante solista más joven en llegar al primer puesto desde 1963, cuando lo había logrado Stevie Wonder. "Su éxito parece casi una reacción contra High School Musical", según Peter Robinson, editor del sitio Popjustice. "En ese caso se trataba de una marca en la que la música era integral, pero también parecía degradada al nivel de una más de mil fuentes de ingresos. El camino de Bieber fue más anárquico".
En persona, su altura sorprende un poco. Después de varias horas con sus fans, esperaba un gigante. Bieber, sin embargo, mide 1,63, o tal vez menos. Usa zapatos y jeans grandes que lo hacen parecer corpulento. El pelo contribuye a restablecer el equilibrio: un inmaculado arreglo de rubio ceniza lacio que le enmarca el rostro a la manera de un pasamontañas. Según leí, los aparatos que usa en los dientes son especiales e invisibles y se los colocó la madre de su representante, que es ortodoncista. Lleva un teléfono celular en la mano. ¿Es siempre él quien tweetea y edita su Facebook? Justin asiente: "Lo tengo todo aquí, en mi iPhone". Es hiperactivo, y también se lo podría tomar por soberbio, pero hace gala de unos modales perfectos. Ya pasó por muchas entrevistas en los últimos meses (lo entrevistaron David Letterman, el New York Times, Ellen DeGeneres, la revista Billboard) y, aun así, contesta con rapidez, amabilidad y aburrimiento.
-¿Tu carrera es algo arduo?
-Todo es muy loco.
-¿Pensás que las cosas se van a ir haciendo más fáciles?
-No creo que sean más fáciles ni más difíciles.
-¿A quién admirás?
-A Usher. Quiero basar mi carrera en la suya.
-¿Dónde estarías ahora si nunca hubieras subido un video tuyo a YouTube?
-Probablemente en mi casa.
-¿No te pone nervioso el constante grito de las fans?
-No, siempre me gustó ser el centro de atención.
Después se va, rapeando para sí sobre autos y fútbol americano. Una vez afuera, juguetea con la ventanilla de su Lamborghini y choca las manos con algunas de las fans antes de irse, seguido de toda una comitiva: el guardaespaldas, el profesor de dicción y el tutor. Por más abrupto que haya sido mi encuentro con él, estuve más cerca que la mayor parte de las fans que estaban en aquel estadio. Casi todas se fueron frustradas, pero algunas bien informadas detectaron a su guardaespaldas. El grito de "¡Queremos a Justin!" se hizo más fuerte. De pronto, casi como a modo de respuesta, ahí estaba él. Es un ruido que lastima, que taladra los oídos, pero Justin pasó sin inmutarse. Agitó la mano, hizo una señal de la paz y, enseguida, los guardaespaldas se lo llevaron. "Vi a Justin Bieber", dijo una chica con aparatos en los dientes que se alejaba de la valla. "Me gritan con mucha fuerza", diría él más tarde: "No sé por qué. Habría que preguntarles. No sé qué es lo que les gusta de mí. Pero me gusta que así sea".
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